La importancia de enseñar resiliencia en la escuela

¿Por qué se está discutiendo el tema en el mundo?
Desde hace muchos años la gente se ha fascinado con historias de sobrevivencia, como el famoso relato del naufrago Robinson Crusoe, que pudo construir un nuevo sentido a su vida en medio de la soledad y el infortunio.
Sin embargo, el estudio científico de la resiliencia, es decir, de la capacidad de los seres vivos para recuperarse después de una situación de adversidad, comenzó hasta los años 60 del siglo pasado. Se han producido grandes avances desde ese entonces y, entre otras cosas, se ha definido que la edad escolar es una etapa crucial de la vida para comprender y fomentar la resiliencia.
Actualmente, muchos sistemas educativos están incorporando en sus contenidos la formación de habilidades para que sus estudiantes puedan adaptarse a una situación inesperada y salir fortalecidos.
En clase es importante proponer actividades donde se experimenten emociones positivas.
Frente a los eventos de desastre natural y conflictos humanos que los niños y jóvenes difícilmente pueden evitar, como los sismos, las guerras o la violencia cotidiana y la desintegración familiar, se ha vuelto muy importante formar una personalidad sana y madura para que los alumnos no fracasen en su aprendizaje aún cuando su entorno sea convulso.
En México, el Nuevo Modelo Educativo aborda este tema como parte de la educación socioemocional, la cual pretende ofrecer herramientas para que los estudiantes generen un sentido de motivación hacia el bienestar consigo mismos y hacia los demás.

¿Cómo pueden trabajar los docentes en el aula?
Las escuelas con maestros resilientes tienden a mantener expectativas académicas altas en los alumnos y a suministrar retroinformación que ayuda a los estudiantes a tener mayor confianza y responsabilidad sobre sus objetivos de vida.
Los docentes refuerzan los factores protectores en la vida de los estudiantes mediante un ambiente de clase amable y motivante. La resiliencia en ese sentido es una construcción interna pero que se apoya en el afecto y el acompañamiento de los demás en situaciones difíciles.
En clase es importante proponer actividades donde se experimenten emociones positivas, que distancien a los alumnos de la depresión, la tristeza y otros estados de aflicción.
Los alumnos deben practicar la empatía e incentivar a sus compañeros cuando obtienen algún triunfo y también si les cuesta trabajo alcanzarlo. Cuando un alumno recibe esta atención dentro del aula por parte de compañero y el maestro siente que la escuela es un espacio afectivo, donde vale la pena estar, aún cuando en su casa o comunidad vivan situaciones difíciles.
La resiliencia no es un asunto únicamente de estrategias didácticas, aunque en éstas se concreten, sino que constituye un cambio de enfoque en el trabajo diario, que puede resumirse en dos ideas: sólo se puede construir en lo positivo, y positivo no quiere decir que todo sea perfecto.
Lo más deseable es que dicho enfoque y las acciones que de éste se deriven tengan un soporte institucional, es decir, que todos los docentes, directivos y, en la medida de lo posible, las familias de los alumnos, compartan estas ideas.
¿Cuáles son las habilidades que requiere un docente para trabajar la resiliencia?
Es indispensable que la resiliencia se trabaje como parte de una estrategia bien definida por el docente y no sea parte de acciones espontáneas. En ese sentido, conviene establecer fases o pasos que desarrollen capacidades tanto en los alumnos como en los docentes.
El maestro debe tener una serie de habilidades que van desde el análisis de los factores de riesgo en el aula y de los elementos protectores que pueden fortalecerse, la planificación y aplicación de estrategias, la evaluación de los aprendizajes, hasta la constitución de una personalidad docente que sea modelo de resiliencia para los alumnos.